viernes, 20 de diciembre de 2013

Open House Barcelona 48h 2013 (parte 3 de 3)

Historia de una casa
Para poder ejercer de voluntario uno debe conocer el edificio que va a mostrar, ya seas guía o control de acceso. Este año y en mi caso, me tocó la Casa Sayrach.

La Casa Sayrach es un edificio, una finca señorial situada en Av. Diagonal con Enric Granados, construida en 1918 por Manuel Sayrachs i Carreras en el que fue su primer edificio. Adyacente a ella está la Casa Montserrat, construida en 1926 con estilo ligeramente distinto. Divagamos entre los voluntarios presentes sobre quién nos enseñaría la casa, teniendo en cuenta la fecha de su construcción (nieto? bisnieto? La Caixa?). Llega nuestro coordinador de zona, entramos al edificio, subimos hasta el Principal y nos abren la puerta. Lo hace Manuel, de 80 y pico años, hijo del arquitecto y propietario de la propiedad. TOMA!

Techos altísimos pero bien iluminados, marcos amplios de puertas macizas, largos pasillos, alfombra, cuadros mil, bodegones, arañas de techo, cristaleras... todo ello nos conduce a un salón repleto de sillas del XIX acolchadas entorno a un sofá, a nuestras espaldas un piano con la foto de los nietos y colgado un poco más lejos el retrato oleo sobre lienzo de Sayrach padre.

Manuel se sienta y se hace el silencio. Hay personas mayores que cuando empiezan a hablar es como si al mismo tiempo alguien hubiera cogido el mando a distancia y pulsado el botón del mute. Manuel dice que para entender la casa hay que entender a su padre. Había una vez...

Nos cuenta que durante muchas generaciones los Sayrach, que vivían en la villa de Sants, se dedicaban a la cirujía menor, lo que por entonces se conocía como barberos, que hacían sangrados, extracciones de muelas, alivios del dolor... más o menos lo que hace un ATS moderno. Como bien dice Manuel, de vez en cuando en las familias surge un iluminado, alguien que se distancia del resto. Este era Miquel Sayrach i Carabassa, su abuelo. Miquel decide abandonar Sants y bajar a Barcelona para formarse allí como médico, doctorándose en 1880. Funda el Instituto Español de Nuestra Señora de la Salud, una de las primeras mutuas del Estado. Como cualquier hombre de su época, se casa y finalmente en 1886 viene al mundo Manuel Sayrach el arquitecto.

El hombre total
Casa Sayrach y el característico
esqueleto en el hall de entrada
Manuel Sayrach el arquitecto, pero también el poeta, el pintor, el escritor... Es un hombre que engloba en él todo el pensamiento de la Renaixença, es el hombre total. Se hace arquitecto porque cree que de todas las artes es la que permite aproximarse mejor a la idea de la trascendencia artística: el poder llegar con la belleza y proporciones a la máxima expresión del arte, a lo que religiosamente hablando sería Dios.

Manuel dedica para ello toda su vida al estudio, la contemplación, el aprendizaje... durante 40 años no hace otra cosa que aprender y formarse. No puede abstraerse, no tiene tiempo. Su interés político se plasma en la redacción en 1922 del escrito político a Francesc Macià llamado República i constitució. En las artes líricas proyecta un conjunto de 7 obras, Drames de la llum, cada uno de los cuales trata sobre el amor, la amistad, la patria... Los contempla como un todo inseparable, ideando una representación total de la obra, una cada día durante una semana. Solo llegó a publicar la obra romántica Abelard i Eloïsa y el canto a la amistad Reigzel, l'últim amic, a principios de los años 20. Pero ya hemos dicho que será en arquitectura donde destaque de manera más pública, con la construcción de la Casa Sayrach, y posteriormente la adyacente Casa Montserrat.

Hall de casa Montserrat, telones y rejas neocentistes
Sayrach crece como arquitecto en un contexto donde el modernismo es ya tardío y está muriendo, dejando paso a neocentisme. Su concepción filosófica, simbólica, romántica del mundo no encaja en el neocentisme incipiente, por lo que apuesta por el estilo opuesto, el decadente y que se está agotando. Se podría decir que Sayrach es el último modernista. La Casa Sayrach está repleta de simbolismo como no podría ser de otra manera. Representaciones marinas en el hall de entrada, columnas en espiral, conchas, movimiento de oleaje, alegorías a Ulises como concepto romántico de la lucha del hombre contra la naturaleza. Igual ocurre con la fachada, sin líneas rectas, ángulos ni simetrías. Algo parecido pasa con la Casa Montserrat, aunque ésta sea más ecléctica. En el hall encontramos alegorías al teatro, con estucos imitando cortinajes, y algún que otro elemento noucentista, como las rejas de la puerta. Una casa que no hace por encargo, por cierto. La hace por amor.

La trascendencia
Después de dedicar toda su vida a su formación como artista total, llegados a los 40 años, Manuel se casa con la joven Montserrat Fatjó dels Xiprers, hija del alcalde de Cerdanyola y descendiente de los Fatjó de toda la vida. Su matrimonio se puede considerar como una extensión de la concepción del mundo de Manuel, un ejemplo del romanticismo más puro y duro sufrido en sus propias carnes. Ya casados tienen cinco hijos varones prácticamente seguidos: Miguel Ángel, Manuel (nuestro narrador), Narcís, Jaume-Patrici y Abelard. Un matrimonio intenso que se trunca con la muerte en 1932 de Montserrat por unos problemas intestinales. Pocos años más tarde, el afligido arquitecto muere también a la edad de 51 años, dejando huérfanos a los 5 hijos.

Manuel hijo nos cuenta ésto como lo que es, una historia familiar que podrías leer en un libro pero que es de verdad, porque le toco vivirla a él. Con 5 años y junto a sus hermanos, se crían huérfanos en orfanatos de curas y monjas. Con el tiempo Manuel se convierte en periodista y dedica un poco su vida a rescatar la memoria de su padre, enterrado en el tiempo a la sombra del gran modernista. Gaudí no tuvo repercusión política, no así  Sayrach, que se involucró y vivió la dictadura de Primo de Rivera. La relevancia que hubiera tenido en su momento quedo ocultada.

¿Qué pervive de Sayrach? Arquitectónicamente poco. A excepción de las casas mencionadas, construyó el mausoleo de su mujer y reformó una finca familiar con jardines en Sant Feliu, derruida en los años 60. Sus obras poéticas existen, pero tampoco son de ámbito popular. ¿Ha trascendido entonces Sayrach? ¿A alcanzado ese nivel de artista en el que su obra alcanza lo divino, lo perfecto? Su hijo habla sin cesar de la trascendencia durante toda la charla. Pero creo que habla de la trascendencia de uno mismo y consigo mismo. Significa dar todo lo que una persona puede dar: unos darán más y otros menos, pero hay que exprimir al máximo las capacidades de cada uno, saber donde está nuestro techo e intentar tocarlo con la yema de los dedos, igual que hizo su padre en el mundo de las artes.

Manuel hijo termina la conversación con un pensamiento en voz alta: quizás fuese su madre Montserrat la que trascendió, la que alcanzó ese zenit al crear la mayor de las creaciones, dando vida vida a cinco hijos, quizás condensado su propia vida en esa misión. Al fin y al cabo el redescubrimiento de Sayrach, su renaixença, viene a través de la memoria de sus hijos que lo intentan hacer trascender.