El año pasado no nos metimos en el mogollón, es decir, en el centro-centro de Barcelona. Este año cruzamos los dedos para no encontrarnos con colas interminables de guiris que acudiendo en masa bajo el lema de "¿Dónde va la gente? Donde va Vicente" hicieran los grupos muy masificados. No fue así ni en las mismísimas Ramblas. Allí entramos casi sin querer en el Palau Moja, ya que íbamos disparados hacia el Palau de la Virreina y fue gracias a las pegatinas en el suelo del Open House (sí, sirven) que lo vimos. El tercer edificio ramblero que visitaríamos fue el recién restaurado Teatre Principal, que personalmente no me dijo nada.
Palau Moja a principios del sXX. Esquina de Las Ramblas con Portaferrisa |
Alguien intentando captar la belleza rococó desde el suelo de uno de los salones visitables |
El edifico, actualmente y después de varios incendios, usos sindicalistas durante la guerra civil, restauraciones, etc son oficinas de Patrimonio del Govern de la Generalitat.
Fachada hipermegafamosa del palau. El retranqueo del edifico respecto a la calle corresponde al ancho original de las antiguas Ramblas |
Se accede por la fachada principal que esta vez si que da a las Ramblas. Portalón ancho y alto, para carruajes, que da acceso a un gran patio, con otro portalón cerrado que da a la Boquería y que de vez en cuanto permanecía abierto para permitir un flujo de gente desde una calle a la otra, cuando se requería. Esta parte baja eran las cocheras y desde allí mediante dos escalitanas de piedra se da acceso a las plantas superiores: la primera la parte noble, la segunda criados y servicio.
Patio interior. Quizás lo más remarcable del Palau visitable |
Es curioso que el edificio reciba el nombre de Palacio de la Virreina, pues no se trata ni de un palacio ni en él vivió ninguna virreina. A finales del siglo XVIII volvió de América con una gran fortuna el marqués Manuel Amat i Junyent, que había sido virrey de Perú. Queriendo mostrar suntuosidad se mandó construir un edificio de gran inspiración barroca y rococó. Incluso antes de llegar a Barcelona, desde Perú ya fue dando directrices sobre como lo quería.
Destacan las macetas con detalles frutales que coronan el patio interior, símbolo de opulencia y cantidad. Lo disfrutó poco el Marqués, ya que murió prematuramente y lo heredó su mujer, Maria Francisca de Fiveller. La viuda, la virreina :)
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