La
necesidad urgente de cerrar el grifo energético con Rusia está llevando a plantear
opciones anteriormente descartadas a la UE. Y las miradas se vuelven hacia el
sur, hacia España, pues nuestro país podría convertirse en la puerta de Europa
del tan necesitado gas (argelino) en detrimento del ruso. Es curioso como un
país tan dependiente de gas (hidrocarburos en general) como es el nuestro pueda
convertirse en el principal proveedor del mismo a nivel Europeo (con trampa
claro. No lo generaremos, seremos…el mensajero).
Actualmente
el gas Argelino que llega por el sur de Europa cruza por dos pequeños
gasoductos hacia Francia (uno en Irún, País Vasco, y otro en Larrau, Navarra).
A España le llega por Almería a través del MedGaz y le llegaba por Marruecos
otro, el GME. Digo llegaba porque con la crisis Marruecos-Argelia, este
gasoducto está cerrado. El resto de gas que llega a España lo hace a través de
barcos gaseros (¿gaseros?) de manera licuada y se regasifica en las muchas
plantas que hay para ello en nuestro país (más que en ningún otro en Europa).
Todo este gas, gasoducto argelino más GNL regasificado de barco, es el que se
inyecta a través de los gasoductos transpirenaicos hacia el resto de Europa. La
demanda actual de gas (un 135% de aumento este mes de abril) hace quedarse
pequeños los gasoductos España-Francia, que están bombeando 225GWh al día (el
tope de su capacidad según Enagás), el equivalente a siete barcos de GNL al
mes. Con esta alta demanda es cuando cobra sentido, como poco el desempolvarlo,
el MidCat.
El
MidCat es un proyecto de gasoducto ideado hace más de 15 años, con la finalidad
de interconectar de mejor manera la península ibérica con el resto de Europa en
materia gasística. Gobierno y sobretodo la encargada del proyecto, Enagás,
justificaban el gasoducto en sus dos sentidos de flujo de gas de esta manera:
de Francia a España solventando la dependencia energética que dejaba aislada a
la península y dependiente de nuestro abastecimiento mediante los ya
mencionados buques GNL si Argelia cortaba el grifo, y de España a Francia como
un segundo acceso de gas (el africano) para no depender tanto de Rusia y
Oriente Medio.
Si se tira de hemeroteca entre los años 2018 y 2019, es muy curioso ver como la paralización del MidCad en su tramo final (desde Hostalric hasta cruzar la frontera y conectar con los tramos existentes franceses) se celebró como una gran victoria entre los municipios afectados, ecologistas, defensores de las renovables…pero también de Francia, que no veía necesario financiar un tramo de gasoducto que le haría competencia a su energía nuclear. En serio, hemeroteca 2019 “MidCat”. Hace tres años. Ayer.
De
todos modos, el MidCat es un debate reabierto en caliente y tampoco queda claro
que termine por ejecutarse. Terminar el proyecto no es inmediato (mínimo 3
años), cuando la crisis energética es ahora. Con el actual auge de lo verde, y
de cumplimientos de protocolos anti cambio climático, etc, tampoco se ve con
buenos ojos invertir en infraestructuras de hidrocarburos. Es por este motivo
que el Gobierno español está disfrazando (de cara a Bruselas y su posible
financiación) un poco el proyecto asegurando que también podría circular por él
en un futuro hidrógeno verde (www.iberdrola.com/sostenibilidad/hidrogeno-verde).
A Europa ahora mismo le interesa más que España aumente su interconexión
eléctrica, que debería ser como mínimo de un 10% y apenas llegamos al 6%, y
poder interconectarse mejor y aprovecharse (en el buen sentido) de nuestra
generación limpia en solar y eólica.
A esperas de cómo termina el Midcat, y sin tener tampoco nada claro cómo terminará el asunto energético en el este, el déficit gasístico se puede solucionar puntualmente con minibuques GNL entre España e Italia, una idea que se viene gestando desde marzo entre estos gobiernos. Enagás ha metido pasta. Y a ver qué pasa.
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