jueves, 5 de mayo de 2022

La energía que nos moverá. ¿A qué precio?

Hace más de 10 años, empecé este blog con la excusa de estar un poco al día de lo que se cocía en el sector energético. Había comenzado un curso de formación del Servei d'Ocupació después de quedarme sin trabajo en el mundo de la ingeniería de obras públicas, una de las grandes afectadas de la famosa (y que lejano queda ya) crisis del 2008.

El citado curso tenía el llamativo nombre de Técnico en Energías Renovables. Todo muy teórico pero suficiente para alguien que no sabía absolutamente nada del sector. De esas clases me quedo con el buen ambiente que había entre los compañeros, gente joven la mayoría que como yo andaban detrás de una formación que les pudiera ayudar a salir del pozo en que la crisis nos metió.

Por suerte o por desgracia, el curso para mí quedó sin terminar, encontré un trabajo puntual que no aportó mucho, no llegué a hacer prácticas en ninguna empresa del sector, y mi andadura en el mundo de las renovables terminó allí. Al no dedicarme finalmente a nada relacionado con el sector, con los años mi concepto de energía renovable era el de una energía posible, a la que había que ayudar desde el Estado para que fuera competitiva, y necesaria en criterios medioambientales (cambio climático, etc.). Creo que es un poco el concepto que tiene en el gran público de ella: lo renovable es bueno porque no contamina. Es verde. Y punto.

En los últimos meses han pasado cosas, cosas gordas, que son las que me han hecho pensar en resucitar el blog. Formato antiguo quizás el blog, pero es que ya me cansé hace años de twitter y me sirve como obligación para tener al día Linkedin. Cosas gordas como una guerra abierta a la vuelta de la esquina y en donde se ha vislumbrado el gran problema que tiene Europa (España todavía, muchísimo más) en dependencia energética. Dependencia energética fósil. No solo de Rusia, sino de Argelia, Marruecos, EE.UU (que nadie se olvide que son los que más salen ganando de todo esto con su Alaska y su fracking), etc.

A lo que voy. Hoy, y no mañana, la energía renovable se ha convertido no solo en necesaria por criterios medioambientales, sino obligatoria como una manera de tener autosuficiencia energética y no depender de terceros, y de sus precios, al son de lo que ellos bailen. Es la única energía que puedes autogenerar: puedes no tener pozos petrolíferos o reservas de gas, puedes pelearte con el vecino y que te cierre el grifo, pero seguro que tienes agua, sol y aire. Si el no cargarte el planeta, ahogarte en CO2, nadar entre plásticos,… no era suficiente motivo para apostar (no apostar, el que apuesta puede ganar o puede perder, aquí no se pierde) por las energías renovables, el no depender de coyunturas geopolíticas para tu consumo energético lo tiene que ser por fuerza. La subida constante de la luz no puede depender de factores externos en los que muchas veces (no siempre, ahí están siempre los impuestos a la eléctricas, que si puertas giratorias. Cosas turbias) no se puede hacer absolutamente nada.

En el futuro mundo en el que todo será eléctrico (coches, autobuses, drones, ¿barcos?...) el generar tu propia energía va a ser vital para no quedarse atrás. ¿Pero a qué precio por eso? ¿Horizontes llenos de molinos?¿Desiertos inmensos llenos de espejos solares?¿El retorno a la nuclear, que recordemos, la Comisión Europea la declaró como verde el pasado febrero? Lo iremos desgranando. Espero.






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